Tabla de contenido:
- La razón científica detrás de la necesidad de herir a los demás
- ¿Por qué los humanos no se lastiman entre sí?
- Controla la necesidad de herir a los demás.
Es posible que esté familiarizado con las escenas violentas de las películas. Este tipo de comportamiento no solo existe en las películas. Incluso en el mundo real, los humanos naturalmente tienen una tendencia a cometer violencia. A veces, esto puede convertirse en un impulso de herir a otros.
De hecho, ¿de dónde vino el impulso?
La razón científica detrás de la necesidad de herir a los demás
La violencia, tanto física como emocionalmente, es básicamente una parte de la personalidad que compone a los humanos. Es difícil de admitir, pero la discriminación matón, y todo tipo de interacciones que pueden desencadenar un conflicto tampoco pueden separarse de él.
Este comportamiento se conoce como agresión en psicología. El creador de la teoría psicoanalítica, Sigmund Freud, afirmó que la agresión proviene de los impulsos de una persona. Este impulso se convierte en motivación y aparece en determinadas formas de comportamiento.
Desafortunadamente, la agresión genera conductas destructivas como intimidación, amenazas, burlas, incluso algo tan simple como chismear sobre otras personas. Este comportamiento no solo destruye a la otra persona, sino también a la persona que lo hace.
Una de las formas más extremas de agresión es la necesidad de herir a los demás. Al igual que otros comportamientos agresivos, el deseo de herir a los demás sirve para varios propósitos, tales como:
- expresar enojo y hostilidad
- muestra propiedad
- mostrar dominio
- lograr ciertos objetivos
- competir con otros
- en respuesta al dolor o al miedo
Al lanzar la página Pijar Psikologi, Freud describió la violencia como una lujuria humana. Esta lujuria exige ser satisfecha, al igual que el apetito por apetito y el deseo de tener relaciones sexuales.
Si se remonta a la época anterior a la civilización, los humanos deben luchar para obtener alimentos y protegerse a sí mismos, a sus familias y a sus grupos. Muchas veces tienen que recurrir a la violencia para lograr ese objetivo.
El comportamiento violento está registrado en la genética y se ha convertido en un instinto que está incrustado hasta ahora. Sin embargo, la civilización humana vuelve absurda la violencia. La violencia ahora se considera inhumana e irracional.
El impulso de herir a los demás sigue ahí, pero estás entrenado para salvarlo. De hecho, es posible que ni siquiera sepa que lo tiene. Este deseo solo puede surgir cuando se enfrenta a un conflicto que provoca emociones negativas.
¿Por qué los humanos no se lastiman entre sí?
Freud provocó el concepto de que la vida tiene tres niveles de conciencia, a saber, consciente (consciente), preconsciencia (preconsciente) e inconsciente (inconsciente). Según él, la mayor parte del comportamiento humano está controlado por este nivel de conciencia.
En este nivel de conciencia, hay tres elementos de personalidad que se denominan id, ego y superyó. El id es una parte del subconsciente que quiere satisfacción y placer, por ejemplo, comes cuando tienes hambre.
El ego está a cargo de satisfacer los deseos del ello de una manera segura y aceptada por la sociedad. Si quieres comer, por supuesto que no solo tomas la comida de otras personas. Según Freud, era el ego el que regulaba esto.
Mientras tanto, el superyó es un elemento de la personalidad que se asegura de que sigas las reglas y los principios morales. El superyó te impide ser amable y responsable con una sociedad ordenada.
Lo mismo ocurre cuando siente la necesidad de herir a otra persona. Por ejemplo, te enojas cuando alguien te choca en la carretera. El ello quiere satisfacer sus deseos actuando con dureza. Quieres golpear a la persona.
Sin embargo, el superyó te "prohíbe" ser violento. Aunque la violencia te hace sentir mejor, el superyó te impide hacerlo. También te recuerda el castigo que aguarda esta acción.
Al final, el yo actúa como mediador entre el ello y el superyó. Parece que puedes expresar tu ira sin ser tan violento como el id quiere que lo hagas. De esta manera, puede controlar sus emociones.
Controla la necesidad de herir a los demás.
Aunque está presente de forma natural en la personalidad de una persona, el deseo de herir a los demás no puede justificarse. Esta acción también es ilegal y le hará daño. Si siente estos impulsos con frecuencia, aquí hay algunos consejos para controlarlos.
- Piense en situaciones y personas que lo ponen irritable. Imagínese cuáles son los factores desencadenantes para que pueda evitarlos.
- Manténgase alejado de situaciones que le hagan enojar antes de hacer algo.
- Si sabe que va a enfrentar una situación que desencadena su enojo, piense qué respuesta le daría.
- Habla con las personas más cercanas a ti que estén dispuestas a tratar de comprenderte.
- En un estado de calma, piense de nuevo si sus acciones fueron malas para las personas que ama o para sus relaciones con los demás.
El impulso de herir a los demás es parte del instinto. Este comportamiento surge debido a muchos factores que a veces son inevitables. Incluso si no es fácil enterrarlo, puede practicar controlarlo poco a poco.